lunes

Blanca Andreu








       Blanca Andreu ha sido para mí un encuentro afortunado. Mientras saqueaba la biblioteca íntima de la amiga de una amiga, un pequeño libro saltó justo a mis manos, mínimo y ligero, de tapas azuladas ilustrado apenas por la borrosa imagen de un ángel con algún tipo de tribulación, que espía de lejos un pueblo al anochecer. "¿Se acordarán de mí?"- se pregunta. Un librito así es un patrimonio, un abrazo venturoso, por más que se titule "El sueño oscuro". El enorme interés que ha despertado en mí su autora ha ido creciendo como una torre que se fuera haciendo más alta cuanto más me esforzaba al encaramarla, una atalaya que crece y crece cuando trepas buscando su rostro original: el paisaje que contempla. El caso es que el rasgo genealógico de Blanca Andreu debe ser el infinito, o el abismo. Su semblante último, el primer soplo divino de su linaje tiene que ver con el verbo sin duda, con tal magnitud y lealtad, que es desasosiego y profecía, que es verdad líquida y, en el confín que sugiere, serenidad perfecta. Aúna la experiencia humana de lo febril y lo místico, poblando el surrealismo de cuerpos sólidos y vivos. Y lo contrario: hiere la realidad rasgándola hasta una esencia que no tiene forma, mostrando la insignia de lo eterno. ¿Y cómo lo hace? Con versos. Algunos se bastan a sí mismos como: "Entre tú y yo no hay ningún no". Otros, como este poema que os traigo, se extiende para convertirse en cinco.
       Hoy el Nictonauta llega a sus costas de herencia griega y os invita a leer su blog (aquí*), y a escuchar dos de sus poemas leídos por ella misma (aquí*). Esta noche dioses y vientos nos son propicios, podremos ser acunados por sus palabras, terribles y hermosas, como todo lo sublime. No temáis, son como la propia noche: están concibiendo la primera luz.





Cinco poemas para abdicar,
para que sean un destello terrestre en mi tránsito
mientras el vaivén de mi cuerpo me dote de viejo sueño y
     tenga un altar adornado,
mientras mis ojos suspendan la aspersión del líquido más
     breve,
abandonen su aire lacustre y la ligereza de la lágrima cóncava
     en donde beben las grullas
y otras zancudas con pie de bailarina,
mientras mis manos sean hangares en las salinas negras para
     aviones de turbios vuelos,
mientras el súcubo murciélago diga en mi oído espuma y
     diga oscuridad
en las marinas negras.

Cinco poemas para la marcha en el paisaje de sábana de hilo,
un páramo es encaje antepasado,
iniciales bordadas hace ya tres mil días
y alguna mancha de amor.

Cinco poemas como cinco frutos cifrados
o como cinco velas para la travesía:
el primero hacia aquélla a la que nadie ve en la vaga velada
      del lago:
un resquicio de abril para Virginia, porque amó a las mujeres.

El segundo para mi amor:
sé bien que encima de mis heridas busco la alondra de tus
      heridas,
sé bien que encima de mis heridas una cigüeña pone sus
      huevos.
Encima de tus heridas las ramas de los nervios se han
      dormido
y ahora son alas, páginas, oleaje, seres verdes.

Encima de tus heridas yo descubro una tela desventurada y ocre,
rasgada de enemigos,
o una palabra emborrachada por el lacre.
Pero cuando me duerma
ya no te querré.

El tercero para la casa que cae y el álamo vihuela o jardín bello,
para el ángel que guarda la lombriz,
para todo lo que es pueril o leve y que clava
submarinos anzuelos en los ojos adultos.
El tercero es para el corazón de la raíz
y para la cerrada tierra de los estambres,
para la lluvia seria de las siestas del norte,
mala como una institutriz.
Dile que no se meta en los salones
y los llene de gafas estrujadas.
Ay, dile que no espante los espejos de mirada niña.

Había tres balcones sangrantes,
había tres balcones como tres heridas incurables del muro,
había tres balcones y siete temblorosos escabeles.
Ay, dile que no asuste la palabras palomas,
que no deje que vayan batiendo un aire usado con alas de cuchillo.
Las palabras apátridas de mi tercer poema
que no me muerdan las mejillas
y las sonatas que yo no toqué nunca, que no cesen,
ni el pequeño cuaderno de Ana Magdalena.
Yo no dije: ¡silencio!,
por eso, que retornen las hojas y las jarras con líquido de luna,
notas blancas sobre árboles
o atriles.
Yo no dije: ¡silencio!,
pero me fui bebiendo vino de exilio en la boca de piedra,
bebiendo fermentado líquido migratorio,
los ramos de las tórtolas de agosto y el eco de la casa que
      se cae.

Veo que no sobrevive el alma alta del muro,
la espuma voladora borracha de gaviotas,
el ángel que cuidaba la cucaracha de uva y la lombriz,
ni ningún pájaro como lágrima póstuma y celeste,
ni la resina tañendo su ámbar triste,
ni tampoco las malvas, las violentas, las verdes partituras.

El cuarto es para mi amor.
Amor mío,
sé bien que no te escupirá mi sueño y que tu cuello no será sajado
por el filo último de mi sueño,
que no te insultará el hiriente corazón de mi sueño,
porque si duermo ya no te querré.
Sé bien que busco encima de mis heridas
el escorpión de oro de tus heridas.
Sé bien que encima de mis heridas sólo habita
la imagen encalada de mi muerte.
Y por eso voy a asesinar
con la virgen cuchilla barbitúrica
la muchedumbre de heroicos locos que entonan para mí la
       pesadilla y el bostezo,
amor mío, sin asomar por la ventana
fuegos viejos, frescas cenizas,
familias errantes de soles.

Mi amor para la imagen encalada de mi muerte,
para la cal que se come a los niños,
para mi útlimo caballo, oro, sobre asfalto celeste y el hule
      astral de abril.
Sé bien que galoparé en negro
porque negro es el color de los sueños,
negras las manos de la intimidad,
y sin espuelas, y sin bridas,
porque las espuelas son el poder, la aberración, estrellas de
     tijera y abismo.

El quinto para mi caballo,
para cuando ya estemos sucediendo
como dos estaciones
o dos días iguales.

(De "El sueño oscuro". Poesía reunida 1980-1989. Hiperión)


                                           




3 comentarios:

  1. Te mando cinco besos, negros como la noche, engendradores de luz, como las palabras de Blanca. MUAK, MUAK, MUAK, MUAK y MUAK. :)

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    1. :)))))
      Me fascina vuestra poesía, mujeres oro, mujeres mar y libélula, mujeres soles, mujeres pan y prodigio, mujeres mineral transparente y luz articulada, mujeres facetas de lo eterno. Mujeres danza que sostiene el giro, y con él el mundo sigue girando. Todo el cosmos girando... Y sólo es un volante de lo femenino.

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  2. Estuve de pseo por tus otros blogs, pero no permiten comentar o no lo vi...precioso post

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