Madrileña nacida hace poco más de cinco décadas en tránsito alrededor de un Sol mayor, y yo vengo encaramado a sus versos girando en tono y en torno a ese mismo Sol. Vosotros también lo haréis, porque hay música en la poesía de Menchu. Y en la del Sol. Y hay silencio. Y hay una fiera tristeza en ella, ilustre, magnífica, lúcida, de esas que toman toda la distancia de la melancolía, tanta que pueden sangrar sin miedo a perder un sólo recuerdo. Suena terrible, es cierto, pero es la plenitud del duelo.
Sin embargo no traigo su sol presente, sino su noche, pues esta generosa poeta no se entretiene en narrar la magia de la noche como un acontecimiento menor, sino como un escenario abstracto y tenaz que incorpora la vida, ¡nada menos que la vida!, y éso lo agradece el nictonauta, a pesar del dolor. A pesar del silencio...
Hace tiempo que no navegábamos mar adentro, y en un piélago de facetas infinitas he conocido a Menchu Gutiérrez, entre láminas escritas con sinnúmero de signos. De este viaje o trasiego, os traigo en el anzuelo algunos versos, un precioso alimento.
Corre una brisa de invisibles, millares
gotas de agua,
por mi corona de noche
y almendra laminada.
Corre entre dos bocas
un solo hilo de almohada
es un telar callado
la noche.
Envejecen los paisajes,
depositan sus perfiles
en cristales distantes
los cabellos del río,
y no canto,
que estoy quieta en la nota,
alto estambre
del amor.
Rumor de diez noches en diez diferentes estancias.
Después, se dejaba dormir. En vano yo retaba al sueño
gentil de su cayado, lo salpicaba con el rocío que germina
en las palmeras; invariablemente era su presencia y no la
mía la tentadora, la travesía, el cuidado, la gangrena.
Pienso toda la noche en el ramo
y en la figura que con la madrugada
se recorta, caída en el jardín.
Vienen con máscara de poderosos mirlos
y hunden sus picos de oro en la sombra humana
¿Y por qué fluye?
Vetas de sangre abiertas
recorren los brazos derribados en la hierba.
Cerca, la leña dispersa
devora su misterio.
¡Fuera verdad el ramo!
¡Pero los ramos se hicieron con manos dormidas!
Finos trazos de tinta
rayan el dibujo del horizonte,
golpeados por el sonido de mi corazón
que tiembla.
***
Menchu Gutiérrez
"Quizá el silencio no exista, pero hemos sido testigos de la forma en que la poesía o la música lo hacen posible: es como si las palabras o los sonidos, convertidos en materia, fueran vaciados con infinita paciencia, extraídos uno a uno, transformándose en un molde en cuyo interior el silencio reinara como una forma ilimitada. La poesía es la materia con la que el molde se hace posible, un contrafuerte vacío, también el vaciado, lo que podríamos llamar la experiencia del silencio."
Envejecen los ojos, el paisaje muta...
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