martes

El alefato reside en un nombre

        Este señor merece una mención acalorada, un debate, aunque sea en solitario. Antes de hablar de él -porque se lo ha ganado- uno debe desampararse y asistir, retirándose dentro de sí mismo, a la confrontación de todos los universos posibles y destacar el de mayor claridad, el que menos se parece a un laberinto. Es cierto que un tipo así se agiganta, se idealiza, e inevitablemente se idolatra. ¿Fue nunca algo más que un hombre? Ya no lo sabremos, porque no murió como tal: la suya fue una apoteosis -αποθέωσης, seriously- que le arrastró a un parnaso sin mancha humana. Le convirtió en sonido, tal vez en el primer sonido en consonancia con la palabra eternidad. Un mortal así, que tiene resumido cada abecedario en una verosímil sucesión de todas las voces humanas, el álgebra del pasado y del futuro en un hermético reloj de arena, los espejos que adornan una vida desde llanto inaugural de la infancia a ése vaho con el que declinamos mansamente hacia la muerte... ése hombre parece más que un hombre: El devenir de signos, letras, cifras, constelaciones. Un maestro. El maestro. ¿Quién podría ser... sino Borges?



    EVERNESS

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.


Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.


Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores


y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.






3 comentarios:

  1. Un cerebro privilegiado, capaz de mirar y ver más allá, donde no alcanza la vista de cualquiera...
    Lo que viene siendo un genio

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  2. Demasiado inteligente para ser además listo. Sus libros alimentan mi duermevela, y lo veo frágil , con el sol bajo sus ojos, eternamente entre la boutade y el trono. No le dieron el Nobel, y eso implica (parece implicar) que se los hayan dado todos. Es lo que parece. Yo le odio un poquito.

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  3. El buen Borges, como quien hablara del buen dios, presumiblemente tendrá agarrotados ya los miembros en su sepultura, pero a buen seguro que las rosas blancas de su féretro conservan toda la tersura, todo el frescor. Éso creo, porque nadie le negaría a Borges la eternidad de las rosas. Tengo que agradecerte a tí, Laly, que lo rescataras para mí tantas veces. Y a tí, Alberto, que lo sigas odiando a poquitos... que hacen crecer aún más mi admiración por él.

    Besos!

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