viernes

Claudio Rodríguez II

       Tierno. Gruñón. Arrebatado... Píndaro reencarnado. Gerófobo Anacreón superno. Siempre agradecidos a su estilo de "clásico contemporáneo", los nictonautas haremos bien en recordar a Claudio Rodríguez, y dedicarle una estrella sobre el océano esta noche, cuando duerman los labios; y que sean los resplandores del cielo y de la espuma -derramados por la antigua vasija de la Luna- los que hablen, como nos hablaban sus versos.


Espuma

Miro la espuma, su delicadeza
que es tan distinta a la de la ceniza.
Como quien mira una sonrisa, aquella
por la que da su vida y le es fatiga
y amparo, miro ahora la modesta
espuma. Es el momento bronco y bello
del uso, el roce, el acto de la entrega
creándola. El dolor encarcelado
del mar, se salva en fibra tan ligera;
bajo la quilla, frente al dique, donde
existe amor surcado, como en tierra
la flor, nace la espuma. Y es en ella
donde rompe la muerte, en su madeja
donde el mar cobra ser, como en la cima
de su pasión el hombre es hombre, fuera
de otros negocios: en su leche viva.
A este pretil, brocal de la materia
que es manantial, no desembocadura,
me asomo ahora, cuando la marea
sube, y allí naufrago, allí me ahogo
muy silenciosamente, con entera
aceptación, ileso, renovado
en las espumas imperecederas.



4 comentarios:

  1. Necesito del mar porque me enseña:
    no sé si aprendo música o conciencia:
    no sé si es ola sola o ser profundo
    o sólo ronca voz o deslumbrante
    suposición de peces y navios.
    El hecho es que hasta cuando estoy dormido
    de algún modo magnético circulo
    en la universidad del oleaje.
    No son sólo las conchas trituradas
    como si algún planeta tembloroso
    participara paulatina muerte,
    no, del fragmento reconstruyo el día,
    de una racha de sal la estalactita
    y de una cucharada el dios inmenso.

    Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
    incesante viento, agua y arena.

    Parece poco para el hombre joven
    que aquí llegó a vivir con sus incendios,
    y sin embargo el pulso que subía
    y bajaba a su abismo,
    el frío del azul que crepitaba,
    el desmoronamiento de la estrella,
    el tierno desplegarse de la ola
    despilfarrando nieve con la espuma,
    el poder quieto, allí, determinado
    como un trono de piedra en lo profundo,
    substituyó el recinto en que crecían
    tristeza terca, amontonando olvido,
    y cambió bruscamente mi existencia:
    di mi adhesión al puro movimiento.

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  2. Siempre que apareces me salvas de algún abismo. Gracias por los versos de don Pablo...

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  3. EL POZO, Neruda, nuestro sabio Neruda

    A veces te hundes, caes
    en tu agujero de silencio,
    en tu abismo de cólera orgullosa,
    y apenas puedes
    volver, aún con jirones
    de lo que hallaste
    en la profundidad de tu existencia.

    Amor mío, ¿qué encuentras en tu pozo cerrado?
    ¿Algas, ciénagas, rocas?
    ¿Qué ves con ojos ciegos,
    rencorosa y herida?

    Mi vida, no hallarás
    en el pozo en que caes
    lo que yo guardo para ti en la altura:
    un ramo de jazmines con rocío
    un beso más profundo que tu abismo.

    No me temas, no caigas
    en tu rencor de nuevo.
    Sacude la palabra mía que vino a herirte
    y déjala que vuele por la ventana abierta.
    Ella volverá a herirme
    sin que tú la dirijas
    puesto que fue cargada con un instante duro
    y ese instante será desarmado en mi pecho.

    Sonríeme radiosa
    si mi boca te hiere.
    No soy un pastor dulce
    como en los cuentos de hadas,
    sino un buen leñador que comparte contigo
    tierra, viento y espinas de los montes.

    Ámame, tú, sonríeme,
    ayúdame a ser bueno.
    No te hieras en mí, que será inútil,
    no me hieras a mí porque te hieres.”

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