Desde esta luz
Desde esta luz que incide, con delicada
flama,
la eternidad. Desde este jardín atento,
desde esta sombra.
Abre su umbral el tiempo,
y en él se imantan
los objetos.
Se ahondan en él,
y él los sostiene así:
claros, rotundos,
generosos. Frescos llenos de su alegre volumen,
de su esplendor festivo
de su hondura estelar.
Sólidos y distintos
alían su espacio
y su momento,
su huerto exacto
para ser sentidos. Como piedras precisas
en un jardín. Como lapsos trazados
sobre un templo.
Una puerta, una silla,
el mar.
La blancura profunda
desfasada
del muro. Las líneas breves
(Foto de C. Azocar) |
Deja el tamarindo un fulgor
entre la noche espesa.
Suelta el cántaro el ruido
solar del agua.
Y la firme tibieza de sus manos; deja la noche densa,
la noche vasta y desbordada sobre el hondo caudal,
su entrañable
tibieza.
Un momento de la luz en la red de las cosas
Hacia adentro se ve el mar de cristal.
Su cuarzo líquido.
Es un momento
de la luz,
en la red de las cosas. Un instante
que incide
en la inmensidad. Cruza el tigre
el estanque
bajo el tamiz de la mañana,
mojan su piel el agua y el resplandor.
Hacia adentro se ve su espectro entre la maleza,
su honda espesura
sigilosa
su rastro breve, crepuscular.
Mariposa
Como una moneda girando
bajo el hilo de sol
cruza la mariposa encendida
ante la flor de la albahaca
(Foto de Ángel L. Portilla) |
Un arroyo imantado por la brisa y la luz,
un transcurrir cobrizo es el hilo que fluye
en la tela de araña. Charcos de plata cambian
de unas hojas a otras, de unas huellas
a otras sobre la tierra blanda. Te veo cruzar
entre dos líneas. Lo amo,
digo.
Entre dos ramas del azar
fluye el arroyo,
su hilo hechizado por el mar de la luz,
por el licor
de su corriente. Es el agua que embriaga
el atardecer. Es el fuego que fluye
sin cesar hacia el este. Bajo su fiel
solar
te pienso.
Lucio Fontana (Foto de Ugo Mulas) |
Con abismada transparencia
Eres el fuego del inicio.
Eres la luz
en el instante sabio
de hacinarse en el agua.
Eres la voz, la transparencia que penetra,
que engendra;
la nota viva y diáfana
que cae,
con el candor de una certeza
en el centro
del alma.
Eres el fuego del inicio.
Eres la luz
en el instante sabio
de hacinarse en el agua.
Eres la voz, la transparencia que penetra,
que engendra;
la nota viva y diáfana
que cae,
con el candor de una certeza
en el centro
del alma.
Poemas de Coral Bracho
Magnífica Coral Bracho
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