miércoles

Nictopía

       Existe un lugar más allá, un lugar privilegiado. No se trata de otro planeta, que puede ser; ni de otro espacio distinto de éste, que también puede ser; ni siquiera de otro tiempo, aunque ésto es lo más probable. Quizá se trata del momento previo a la manifestación del universo, cuando Brahma estaba a punto de comenzar a soplar, a espirar... O del instante intermedio entre el atardecer del sexto día y el amanecer del séptimo, antes de que Dios comenzara su descanso. No lo puedo precisar exactamente, pero ése lugar es muy importante, un lugar denominado por nictófilos y perinictófilos como Nictopía.
       Como cualquiera puede imaginarse, es difícil describirla. Pero allá vamos: si recogiéramos las narraciones del Paraíso, y las juntáramos con la descripción del Jardín de las Delicias, el Edén, los campos de Aaru, las llanuras Eliseanas y las laderas de Tomoanchan. Después las eleváramos a la imaginación de San Agustín en "La ciudad de Dios", más la de Tomás Moro en "Utopía", sumáramos a Américo Vepuccio en sus relatos de la Isla de Fernando de Noronha, añadimos a Estrabón y a Estesícoro y su Jardín de las Hespérides, con un toque aditivo de Hesíodo pero bien aliñado, la levadura filosófica de "La República" de Platón, la elocuencia de Evémero en "La Isla de la Historia Sagrada", y una pizca de Virgilio, Cervantes, Lope de Vega, sir Philip Sidney, Jacobo Sannazaro y Nicolás Poussin en su feliz Arcadia. Y luego, como que somos ciudadanos del siglo XXI, insistimos en proponer también a George Orwell, Yevgeni Zamiatin, Ray Bradbury y Aldus Huxley para el toque de realismo distópico y paradójico, Isaac Asimov y su expansiva fe en la tecnología, incluso Nikola Tesla, Gene Roddenberry y L. Ron Hubbard, como fieles representantes de un retrofuturismo con garra. Es decir: si mezclamos lo mejor y más arrebatador de éste batiburrillo, lo ambientamos en la imagen cultural que más nos vaya: el Valhalla, o el Fólkvangr, Ikea, el Jardín de Gilgamesh, Tian, las bienaventuradas imágenes planetarias de la New Age, T'lillan-T'lapallan... entonces podemos hacernos una idea muy poco aproximada de lo que es la Nictopía. Más bien todo lo contrario: una idea muy muy, muy alejada.
       -"Nictopía es un estado de ánimo"- Susurra un tímido recuerdo en mi interior. Probablemente sólo sea éso, pero... Las veces que he amado a una mujer habité la nictopía. Poner aquí palabras es difícil, sin embargo hay quien lo explica estupendamente... Todas las ocasiones que, en mitad de la noche, reconciliarme con la vida no necesitó a la Luna, ni una lágrima de alcohol; y todas aquéllas en las que, recorriendo una ceguera, advertí como en un fulgor la causa de un infortunio, el código genético de un desastre, y seguí adelante. Todas las ocasiones en que me siento admirablemente dichoso y admirablemente frustrado, tejen los senderos y las lindes de este privilegiado lugar. Nictopía es donde se hace fuerte la vida, justo antes de amanecer, cuando todavía hace frío: es el nuevo primer pisotón con el que sello cada paso en el camino.
       La nictopía preside la inspiración del bardo y la pasión del amante. Con un brillo perlado, a veces, proclama su existencia en el corazón de un enamorado. Como una tempestad de llamas blancas. Asume todas las formas en que puede presentarse la noche: ligera para el cazador, oscura para el caminante, secreta. Tantos rostros tiene que, si Heráclito hubiera escogido otras palabras, habría dicho lo mismo: nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Nadie regresa dos veces a la misma Nictopía, y éso, queridos nictonautas, la hace muy nuestra, extraordinaria.

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